Estás en la 8ª planta de un edificio, montado en un ascensor, la luz se apaga, todo se detiene y ¿tienes la sensación de que tienes que salir de allí o no podrás respirar? ¿Te dan miedo los arañas y no eres capaz de acercarte ni aunque estén en otro edificio encerradas? ¿Tienes miedo a quedarte solo en casa, o a salir de ella? ¿A coger un avión? Sea cual sea el tuyo, todos tenemos miedo a algo.
El ser humano, desde que tiene conciencia de tal, ha tenido una serie de sentimientos innatos, y uno de ellos, y quizá sea una de las características principales para su supervivencia, siempre ha sido el miedo.
Pensamos que si conseguimos evitar toda situación que nos pueda generar este cúmulo de sensaciones desagradables, es que lo tenemos superado.
Normalmente, o lo habitual, es que sepamos controlarlo o por lo menos creemos que lo hacemos, evitando las situaciones, objetos o personas que hacen que se desarrollen esas sensaciones de sentir que el corazón va más deprisa que lo que debería, que nuestros músculos se tensan, que empezamos a notar como caen unas gotas de sudor frío, nuestra respiración se acelera y nuestra cabeza se dispara…
Pero qué sucede cuando no somos capaces de controlarlo, cuando tenemos que volar cada semana y sólo pensarlo nos provoca todo lo anteriormente descrito, y rechazamos un trabajo por eso, o simplemente ese viaje deseado que no somos capaces de hacer por miedo a volar. Cuando nos cortamos ,o alguien lo hace, y no podemos ayudarle por el miedo a la sangre. Cuando tardamos 1 hora más que el resto en llegar a destino porque hay que subir en ascensor, y es de cristal! y damos 50 vueltas buscando una alternativa para no cogerlo.
Cuando ese miedo se hace tan intenso que no somos capaces de controlarlo, cuando evitamos cualquier situación que esté relacionada con nuestro miedo y sobre todo cuando afecta en nuestro día a día, se trata de ponernos manos a la obra porque ese miedo puede esconder una fobia específica.
No! Evitar las situaciones no es tenerlo controlado, vivir nuestro día a día sin que el miedo tome decisiones por nosotros, sí es empezar a manejar la situación.
- ¿Por dónde empezar?
En casa, puedes empezar con practicar ejercicios sencillos de respiración, durante un par de semanas, cada noche, busca un espacio tranquilo y 15 minutos para relajarte.
Cuando ya sea automático, o por lo menos sencillo relajarte, comienza a ver imágenes de aquello que te provoca miedo, después videos, todo ello acompañado de tus ejercicios para bajar el nivel de ansiedad , que sólo pensarlo puede provocarla, y así hasta ver que no sucede nada.
Ya casi estás preparado para hacer aquello que te provoca tanto miedo, a salir de casa y a exponerte!
Primero unos minutos, después unos pocos más, y así hasta comprobar por ti mismo, que no, no sucede nada, que todo aquello que te daba pavor era tu propio cuerpo, que ahora lo controlas tú, y tus pensamientos, de los que también eres dueño! No, no sucede nada. ¿De verdad no quieres probar a empezar a sentirte libre?
Para los que tienen miedo a volar, os dejamos una ayuda extra; según ha revelado un estudio encargado por Spotify, la canción ‘Someone Like You’ de Adele es la canción idónea para que las personas con miedo a volar afronten un viaje en avión.
Esta canción con un tempo lento, es «ideal» para calmar los nervios ya que estimula tanto el «lado lógico» del cerebro, el hemisferio izquierdo como el lado emocional, que domina el hemisferio derecho, ayudando a reducir la ansiedad.
Para el resto, o los que no son capaces de hacerlos solos, también hay solución. Las fobias son aprendidas por lo que con ayuda de un especialista puedes “desaprenderlas” y aprender una nueva forma de funcionar más sana y productiva.
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