La transmisión cultural en el mundo occidental de valores asociados a la idea sobrevalorada de la delgadez son una influencia innegable sobre la aparición de los trastornos de alimentación. Las alteraciones en la conducta alimentaria comienzan cuando esta idea se convierte en un objetivo fundamental en la vida de una persona.
En una sociedad que continúa valorando la delgadez, casi todas las personas se preocupan por su peso como mínimo. Las personas con trastornos en la alimentación llevan dichas preocupaciones a los extremos, desarrollando hábitos alimentarios anormales que amenazan su bienestar e incluso sus vidas.
A veces puede tratarse de un objetivo en sí mismo o incluso llegar a ser una estrategia para manejar emociones negativas o intensas a través de la autoexigencia personal.
Las mujeres adolescentes y jóvenes representan el 90 por ciento de los casos. Pero los trastornos en la alimentación no son sólo un problema para las mujeres adolescentes, tan a menudo descritas en los medios de comunicación. Mujeres y hombres mayores , asi como niños también pueden desarrollar estos trastornos.
Las personas a veces tienen trastornos en la alimentación sin que sus familias o amigos sospechen que tienen un problema. Conscientes de que su conducta no es normal, las personas con trastornos en la alimentación pueden retraerse del contacto social, ocultar su conducta y negar que sus patrones de alimentación son problemáticos. Hacer un diagnóstico preciso exige la participación de un psicólogo autorizado para ejercer u otro experto de salud mental adecuado.
Los problemas de alimentación suelen convertirse en un bucle de control-descontrol de impulsos, que con ayuda de terapia psicológica puede llegar a desbloquear.