El Efecto Pigmalión y los Prejuicios

Cuenta la leyenda que el excepcional escultor Pigmalión, que habitaba en la isla griega de Creta, dedicaba sus días y sus noches a trabajar la piedra con el cincel. Siempre buscaba nuevas fuentes de inspiración, y la hermosa Galatea acudió en su ayuda.

Con su recuerdo en la retina, comenzó a modelar una bellísima escultura. Tardó varias semanas en terminarla, y le dedicó tal atención y cuidado que terminó por enamorarse perdidamente de ella. Tal era su amor por la estatua, que rogó a los dioses que insuflaran vida a la piedra para poder amarla como si de una mujer real se tratase. La diosa Venus, conmovida por los sentimientos  del escultor, decidió complacerlo. Así, la estatua se convirtió en la amante y compañera inseparable de Pigmalión.

Al igual que en la leyenda, el ‘efecto Pigmalión’ es el proceso mediante el cual las creencias, prejuicios y expectativas de una persona respecto a otra afectan de tal manera a su conducta que ésta termina por confirmarlas. La mayoría de nosotros somos víctimas del efecto Pigmalión. Así, la causa de que nos aferremos a nuestros prejuicios son nuestras creencias y expectativas. Hacemos predicciones y nos encargamos de que se cumplan.

Nuestras creencias filtran como vemos la realidad.

Nuestra mente funciona en base a la programación que hemos recibido. Vemos aquello que esperamos ver, y actuamos en consecuencia. De ahí la increíble resistencia de los prejuicios. ‘Vemos’ a la persona que tenemos delante en función de cómo la interpretamos y evaluamos. Y siempre vamos a prestar atención a aquello que corrobora la idea, preconcebida, que tenemos sobre ella.

Por ejemplo, una persona que tenga el prejuicio de que “todos los madrileños son chulos” tenderá a fijarse sólo en aquellos madrileños, cuyos actos corroboren su teoría, dejando de prestar atención al resto.

Más allá, tendemos a ignorar la información que nos dice lo contrario acerca de nuestra creencia, pensando que se trata de algo excepcional.

Aprender a trabajar sobre nuestros prejuicios nos ayudará a tener una visión más amplia y real y a construir relaciones más sanas con todo tipo de personas, para ello debemos empezar por aceptar que solemos ver la paja en el ojo ajeno y pasamos por alto el muro que tapa nuestra propia visión de la realidad.

¿Te atreves a empezar?

Foto: Flickr

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