En los últimos años, seguramente, hemos escuchado una y otra vez el término «zona de confort» y cómo es importante salir de esta, de vez en cuando, para ser felices, o por lo menos encontrar nuevas metas o fines que nos agraden o que nos den un nuevo impulso.
Quien lo haya escuchado, o leido en algún artículo, es probable que le haya dedicado unos minutos a pensar que puede hacer para llegar también a esa felicidad, a salir de esa zona de confort y encontrar nuevos objetivos. Es probable que incluso tengamos ya algunos proyectos o ideas en marcha, de esas que estaban guardados en el fondo de un cajón.
Pero además de visualizar estos nuevos objetivos, ¿nos hemos parado a pensar en cómo vamos a responder a las nuevas situaciones? Seguramente esas nuevas ideas, vengan con nuevas situaciones por el camino.
¿Has pensado ya cómo vas a responder a ellas? ¿Vas a hacerlo desde tu nueva perspectiva o desde tu zona de confort?
Ser productivo implica con frecuencia cambiar tus hábitos.
Habitualmente nos enfrentamos a los problemas que van surgiendo con pensamientos reproductivos, reproductivo porque aplicamos destrezas adquiridas con anterioridad a situaciones nuevas.
Es tipo de pensamiento es muy útil cuando afrontamos problemas similares a los que tuvimos en el pasado y que no requieren de soluciones diferentes. Además es automático, ante una nueva situación,nuestro cerebro va a buscar experiencias similares para compararlas y utilizar recursos similares, así que produce poco desgaste.
Sin embargo, el pensamiento reproductivo no es útil cuando las respuestas del pasado han dejado de funcionar, o cuando estas soluciones nos impiden llegar a otras estrategias mucho más eficaces.
A veces una pérdida del control de nuestras vidas, cuando vemos que no hay salida, puede deberse a que aparecen situaciones nuevas (quedarse sin trabajo, romper con la pareja, ser padres, responsabilidades laborales, etc) y seguimos utilizando estrategias antiguas para enfrentarnos a ellas, con el consecuente resultado negativo.
Pensando en experiencias pasadas podemos caer en el error de repetir estrategias y métodos mucho más complejos, tal vez innecesarios para darle solución a una nueva situación.
Con el pensamiento productivo, no se trata de replicar algo que ya existe sino en crear algo nuevo.
Una vez definido el problema o la situación, no necesitamos focalizarnos en él sino todo lo contrario: desfocalizarnos y liberar nuestro inconsciente para que fluyan las ideas, apagando nuestras inhibiciones, prejuicios e ideas pasadas.
El pensamiento productivo es una forma de pensamiento que se caracteriza por atender, de forma comprensiva, al problema que se tiene entre manos, más allá de la experiencia previa que se haya tenido con problemas anteriores, supone la configuración de nuevas actitudes no dependientes exclusivamente de la información de la memoria.
Pensamiento reproductivo y pensamiento productivo conviven juntos, son como los palos de golf: en cada momento podemos necesitar uno diferente. Son procesos distintos que se apoyan en circuitos diferentes, pues uno requiere de una atención focalizada mientras que para el otro necesitamos desfocalizar.
No podremos comprender una partida de ajedrez si únicamente observamos los movimientos que se verifican en una esquina del tablero. (Wolfgam Kohler).
¡A cambiar hábitos de pensamiento!
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