¿Cómo tomamos una decisión?

¿Cuántas decisiones tomas cada día? Cada día de tu vida tomas decenas o centenas de decisiones:cómo te desplazas, qué comes, cómo te vistes, etc.  Nuestro día a día es una sucesión de elecciones, desde las que carecen de importancia hasta las más trascendentes.

¿Somos libres de decidir? La gran mayoría (80-95%) son inconscientes o automáticas porque forman parte de nuestras rutinas. Es una suerte que sea así ya que de esa forma mantenemos una eficiencia elevada y ahorramos una enorme cantidad de energía.

Decidir es elegir. Cuando necesitas elegir puedes tener dudas, dudas porque tienes miedos. Unos tienen miedo a equivocarse en la elección, otros a tener éxito, porque se subirían el listón demasiado. Los perfeccionistas nunca se sienten preparados para decidir porque nunca terminan de recoger información o completar su análisis de coste-beneficio…

Otros, los que no disponen de toda la información para tomar una decisión se desprecian por su ignorancia o incapacidad para reunir estos datos,  al mismo tiempo  que no se dan permiso para consultar con otros ese asunto. Su creencia limitadora es que la decisión no tiene valor si no la toman ellos solos, sin ayuda de nadie.

El problema de aplazar una toma de decisión es que nos embarcamos en una gran variedad de tareas distintas que nos alivian, porque nos permiten “escapar” o “evitar” la realización de su actividad más relevante e incómoda: tomar la decisión.

Durante esa fase de evitación nos sentimos bloqueados. Es una sensación que dificulta pensar con claridad en otros asuntos y que suele venir acompañada de sentimientos de frustración y preocupación.

La habilidad para tomar decisiones se aprende, también se puede practicar y mejorar. Las personas hábiles en la toma de decisiones tienen capacidad para clasificar las distintas opciones según su ventajas e inconvenientes y, una vez hecho esto, escoger la que parece mejor opción.

Para la Toma de decisiones entran en juego dos dimensiones, la orientación y el método:

La orientación positiva al problema:

  • Ver los problemas como retos
  • Ser optimista en el sentido de que los problemas tienen solución
  • Percibir que se tiene una fuerte capacidad para enfrentar los problemas
  • Estar dispuesto a invertir tiempo y esfuerzo en su solución

Los 5 pasos del método básico serían:

1. Definir el problema. ¿Qué es lo que se deseas conseguir en esa situación?.

2. Buscar alternativas. Peiensa en el mayor número de alternativas posibles, ya que cuantas más se te ocurran, más posibilidades tendrás de escoger la mejor.

Es importante evitar dejarnos llevar por lo que hacemos habitualmente o por lo que hacen los demás.

Si no se te ocurren muchas alternativas, puedes pedir la opinión de otras personas para ver nuevas posibilidades.

3. Valorar las consecuencias de cada alternativa. Una vez cuentas con un listado de alternativas, considera los aspectos positivos y negativos que cada una puede tener, a corto y largo plazo, tanto para ti como para otras personas.

En ocasiones no es suficiente la información con la que se cuenta. En este caso es necesario que recabes nuevos datos que ayuden a valorar las distintas alternativas con las que cuentas. Para cada una de las alternativas por separado, harás una lista de todas las ventajas y desventajas que comporta. Seguidamente, darás una puntuación de 0 a 10 a cada ventaja y a cada inconveniente en función de su importancia, teniendo en cuenta que: 0 es “nada importante” y  10 significa que es “esencial o muy importante”. Si el resultado es positivo, tras la suma, es que tiene más ventajas ó estás son más importantes que los inconvenientes.

4. Elegir la mejor alternativa posible. Una vez que has pensado en las alternativas disponibles y en las consecuencias de cada una de ellas, tendrás que escoger la más positiva o adecuada.

Una vez que has valorado las distintas alternativas tienes que compararlas entre sí, escoger la que más te satisfaga. Como normal general, aquella que tiene más ventajas que inconvenientes, o si utilizas el procedimiento matemático, aquella alternativa que tiene el número positivo más alto.

A veces la mejor alternativa no es ninguna de las propuestas sino que surge como combinación de varias de las planteadas. Por ejemplo,  si estamos decidiendo por qué deporte decantarnos, podemos decidirnos por un deporte concreto (fútbol, baloncesto, tenis, etc.) o se puede optar por escoger varios que sean complementarios (por ejemplo, la natación para estar en forma y el fútbol como forma de relacionarte).

5. Aplicar la alternativa escogida y comprueba si los resultados son satisfactorios. Una vez elegida, deberás responsabilizarte de la decisión tomada y ponerla en práctica. Además debes preocuparte por evaluar los resultados, de esta forma podrás cambiar aquellos aspectos de la situación que todavía no son satisfactorios y además podrás aprender de nuestra experiencia.

¿Cómo tomas tú las decisiones?

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