Nuestro cerebro se lleva muy mal con la incertidumbre. Preferimos conocer cuanto antes una mala noticia que vivir con la posible duda de si será buena o no.
La siguiente investigación se realizó en la Universidad de Maastrich. En este caso, sometieron a unos participantes a una serie de 20 descargas eléctricas. Un grupo sabía que recibiría un shock intenso en cada descarga, mientras que el otro sabía que recibiría 17 descargas moderadas y 3 intensas, pero desconocía cuándo tendrían cada una de ellas. Pues bien, ¿quiénes tenían más miedo al comienzo de la investigación? Los resultados demostraron que los participantes que sabían que existía una pequeña posibilidad de recibir una descarga intensa se mostraron más atemorizados que aquellos participantes que conocían al 100% que iban a recibir una descarga intensa. Así pues, nuestra mente prefiere la certeza aunque sea de malas noticias, a la incertidumbre de una posible noticia positiva.
La incertidumbre significa que tu futuro es incierto; es una gran duda que invade tu vida y tu mente. Cuando no sabes qué va a pasar con tu vida, resulta difícil tomar decisiones o preveer qué camino seguir y es entonces cuando comienzan las preocupaciones.
«La incertidumbre es una margarita cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar». Mario Vargas Llosa
La creencia, que tenemos en ocasiones de que la preocupación es buena porque nos prepara para afrontar la amenaza o evitará decepciones, es un error.
Como indica la palabra, la preocupación es anterior al suceso, no se puede hacer nada porque aún no ha sucedido nada (y es probable que nunca suceda), así que al preocuparse por cosas que no han sucedido lo que va a generar es una evaluación negativa de nuestras propias habilidades.
La incertidumbre es estresante en sí misma y, en algunos casos, puede acabar generando problemas de ansiedad, depresión o insomnio.
¿Qué hacer?
El gran problema que presentan las personas con intolerancia a la incertidumbre es que es imposible mantener un absoluto control de todo lo que nos pasa o de todo lo que ocurre a nuestro alrededor por lo que hay cosas que simplemente no podemos controlar, por lo tanto, ¿qué podemos hacer?
1.- Asume que es parte de la vida. Aprende a vivir con ese % de incertidumbre, no todo se puede controlar, no puedes predecir el futuro, así que trata de dejarlo fluir, ya llegará y será entonces cuando puedas actuar al respecto.
2. Haz una lista de las situaciones que te generan incertidumbre. Localiza qué situaciones son las que hacen que te sientas ansioso y revisa si están bajo tu control o no.
Es importante poder establecer la diferencia entre situaciones que podemos controlar y por lo tanto modificar y otras en donde no podemos hacer absolutamente nada para cambiar la situación y lo que tenemos que hacer frente a estas últimas, es cambiar nuestra actitud y manera de pensar y sentir.
4. Anota. Anota las situaciones que te generaron incertidumbre, situaciones difíciles, qué ocurrió y cómo te enfrentaste. Esto te dará más confianza en ti mismo para ver cómo una vez suceden las situaciones eres capaz de enfrentarte a ellas.
5. Enfréntate a situaciones. Es complicado de llevar a cabo, pero para acabar y vencer la incertidumbre tienes que aprender a enfrentarte a ella. Empieza por pequeñas situaciones que no te generen tanta ansiedad para ir enfrentándote a otras. Esto te ayudará a ver que la preocupación se sustituirá por cualquier otra emoción, porque la situación ya ha pasado.
¿Cuanto toleras tú la incertidumbre?
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