“Cuando somos pequeños nos enseñan, a las niñas, cuentos de princesas y príncipes que tienen que rescatarnos. Mientras a los niños los educan para ser “hombres fuertes, valientes”.
Casi todos tenemos claro, que en el momento en que se establece una relación de pareja, se crea cierta dependencia (afectiva) hacia el otro: Le echamos de menos cuando se ausenta y no queremos que se vaya. Hasta aquí se entiende como normal, el problema comienza cuando una de las dos partes comienza a sentir como una necesidad el estar con la otra persona por y para todo, convirtiéndose en el centro de su vida y sus decisiones.
La persona con dependencia emocional tiene excesivo miedo a quedarse sola, subordina sus expectativas y planes a los de la persona de la cual depende.
Su prioridad es no permanecer sola, y por ello, “debe” mantener contento al otro, sólo así, piensa la persona con dependencia emocional, la otra persona permanecerá a su lado. El miedo al abandono se convierte en un continuo y una necesidad y exige al otro que le demuestre continuamente que esto no va a suceder y que no le va a abandonar. Obviamente esto se convierte en un problema para la pareja y la persona.
Al vivir tan pendientes de la otra persona, es muy posible que ni siquiera sepan con claridad lo que desean ellos realmente, renuncian y/o descuidan sus propias necesidades para adaptarse a los deseos de la otra persona.
Generalmente, todas las personas compartimos con los demás nuestros logros, pero en el caso de la dependencia emocional, la aprobación es imprescindible, necesaria, para poder otorgar a estos logros el valor que les corresponde.
Las personas con dependencia emocional se creen incompletas, insatisfechas. Para ellos, los mitos como “la media naranja” o “el príncipe azul”, rigen su vida amorosa. Pero ¿Qué posibilidades tenemos de encontrar en nuestra vida a la persona perfecta para compartirla? ¿Y cuáles, si tenemos la suerte de hallarla, de pasar el resto de nuestra existencia con ella?
Es muy probable que no existan las personas perfectas, y mucho menos, perfecta para acompañarnos a lo largo de nuestra vida. Existen personas que nos hacen crecer y nos dan la mano, para ir a la par, recorriendo este camino.
¿No sería maravilloso que no hubiera princesas que salvar ni príncipes que tuvieran que reprimir sus emociones para parecer más fuertes?
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